Los colores que Luis le enseñó a Francisco

Los colores que Luis le enseñó a Francisco

Francisco siempre había pensado que veía el mundo digital con claridad. Como empresario, pasaba horas frente al ordenador revisando informes, gráficos y dashboards. Hasta que conoció a Luis, el ingeniero de datos que iba a ayudarle a transformar toda esa información en una estrategia comercial más inteligente.

Luis llegó con una sonrisa tímida y un portátil lleno de herramientas. “Trabajo con datos, pero a veces los colores se me escapan”, dijo en su primera reunión. Francisco no entendió del todo la frase… hasta que lo vio en acción.

Los datos que se desvanecían

Mientras analizaban los primeros reportes, Luis entrecerraba los ojos. “¿Cuál de estos es el rojo y cuál el verde?”, preguntó señalando la gráfica de ventas.

Francisco se sorprendió: eran colores que para él resultaban obvios. Luis le explicó entonces que era daltónico y que, para él, algunos tonos parecían idénticos.

En ese momento, Francisco comprendió que incluso algo tan simple como un color podía convertirse en una barrera invisible.

Luis no tenía problemas con los números, sino con la manera en que la información le llegaba visualmente.

Francisco descubre que, para Luis, los colores esconden datos que otros ven con facilidad.

Una barrera invisible en la red

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y diversos estudios sobre visión cromática, alrededor de 1 de cada 12 hombres y 1 de cada 200 mujeres tienen algún tipo de daltonismo.

A pesar de ser tan común, la mayoría de páginas web no están pensadas para ellos. Luis le contaba que muchas veces los botones de “Aceptar” y “Cancelar” le parecían idénticos, o que los avisos de error en rojo pasaban completamente desapercibidos.

“Internet a veces se siente como un juego con piezas que no encajan”, decía. Francisco escuchaba con atención, dándose cuenta de que su propia web empresarial podía estar dejando fuera a miles de personas sin que él lo supiera.

El descubrimiento de accedeMe

Un día, mientras revisaban la web de la empresa, Francisco recordó a Carlos, el CEO de accedeMe, a quien había conocido en un evento sobre innovación digital meses atrás. Durante una conversación, Carlos le habló con pasión sobre la accesibilidad web y sobre cómo sus servicios ayudaban a que cualquier persona pudiera navegar sin barreras. Francisco pensó entonces que el widget de accesibilidad web de accedeMe podía ser justo lo que Luis necesitaba.

Lo instalaron en un par de minutos y Luis fue el primero en probarlo.

Activó las opciones de ajuste de contraste y color, cambió el color de fondo y del texto para adaptarlo a su tipo de daltonismo, y ajustó la tipografía legible. Luego probó el modo oscuro automático y, por primera vez, todo cobró sentido. Incluso activó la lectura de texto, algo útil para revisar textos o menús largos sin forzar la vista.

“Ahora sí puedo leer sin pelearme con los colores”, dijo riendo.

Francisco sonrió también: por fin veía a Luis disfrutar del trabajo con la misma fluidez que cualquier otro miembro del equipo.

Luis prueba el widget de accedeMe y por fin logra navegar y trabajar sin esfuerzo.

Más que tecnología, empatía

Francisco entendió que la accesibilidad no era solo una cuestión técnica, sino una forma de empatía.

El simple hecho de poder personalizar una web permitía que cada persona la viviera a su manera.

El widget de accedeMe no solo facilitaba el trabajo de Luis, sino que hacía más cómoda la navegación para todos:

  • El modo oscuro ayudaba a quienes trabajaban de noche.
  • Las tipografías legibles beneficiaban a quienes leían desde pantallas pequeñas.
  • El contraste mejorado ayudaba incluso bajo la luz del sol.

Francisco pensó en sus clientes, en sus empleados y en todas las personas que entraban en su web.

¿Cuántas de ellas habrían tenido que esforzarse solo para leer un botón o entender un gráfico?

Francisco aprende que la accesibilidad digital es abrir los ojos al valor de todos.

Un cierre con más color

Semanas después, Luis le envió un correo corto pero poderoso:

“Gracias por hacer que mi trabajo sea más visible, literalmente.”

Francisco sonrió al leerlo.

Había aprendido que la accesibilidad digital no trata de discapacidad, sino de posibilidad. De dar a cada persona la oportunidad de ver, entender y disfrutar el mismo contenido.

Ahora, cuando alguien le pregunta por qué eligió accedeMe, responde sin dudar:

“Porque los datos no deberían tener color. Pero las oportunidades, sí.”

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